Los desafíos de un duelo
LOS DESAFÍOS DE UN DUELO 1
1. Reconocer la realidad de la pérdida. Además de lo comentado anteriormente al hablar de las tareas propuestas por Worden, Neimeyer añade una segunda dimensión ya que considera que la pérdida se sufre no sólo como individuos sino también como miembros de sistemas familiares, de forma que habría que reconocer y hablar de la pérdida con todos los afectados incluyendo niños, personas enfermas o mayores en un equivocado intento de “protegerlos”.
2. Abrirse al dolor. Hace referencia también, al igual que Worden, a la necesidad de reconocer y darse tiempo para sentir el dolor y la pena por la muerte; sin embargo añade también un nuevo matiz ya que Neimeyer se hace eco de las nuevas teorías acerca del duelo que hablan de la necesidad de alternar entre la atención a los sentimientos y la atención a tareas más prácticas.
3. Revisar nuestro mundo de significados. Tras una pérdida importante es probable que no sólo cambie nuestra vida a un nivel práctico, sino que este hecho nos haga replantearnos todo nuestro sistema de creencias y valores que había sustentado hasta el momento nuestra vida.
4. Reconstruir la relación con lo que se ha perdido. Para el autor la muerte no acaba con las relaciones sino que las transforma, de manera que hay que reconvertir la relación, la cual pasa a estar basada en una conexión simbólica en lugar de en la presencia física.
5. Reinventarnos a nosotros mismos. Tras una muerte importante podemos recuperarnos y llevar una vida totalmente satisfactoria, pero es seguro que no volvemos a ser igual que antes, es pues una ardua labor el encontrar una nueva identidad que encaje con el nuevo rol. Este último desafío está ligado a la concepción de la identidad como algo no únicamente personal sino también social.
Con independencia de cómo se considere, el proceso de duelo debería permitirnos, tanto en los casos de pérdida imprevista como en los que puede anticiparse, adaptarnos gradualmente a la nueva realidad hasta el momento en que podamos aceptarla e integrarla en una nueva identidad. Y este proceso puede ser largo, complejo y difícil.
Respecto a cuándo se considera que el duelo ha terminado, al igual que hacía referencia Parkes, no existe una momento determinado que implique la finalización del mismo, ni puede hablarse tampoco en términos de tiempo, ya que en su elaboración intervienen múltiples factores que harán que las tareas se puedan realizar en mayor o menor tiempo, o bien que alguna o algunas de las tareas no puedan realizarse de un modo satisfactorio. A este respecto un punto importante a tener en cuenta es que hay que dar y darse tiempo para recuperarse de una pérdida. En muchas, demasiadas ocasiones a la persona en duelo se le transmite la idea de que “tiene” que estar bien, que ha de estar ya recuperada de la pérdida, en un periodo relativamente breve de tiempo. Generalmente eso ocurre porque los demás no saben cómo relacionarse con quien no está bien. Hay que tener muy presente pues que normalmente, el proceso de recuperación es largo y con altibajos, tanto a nivel sentimental como de funcionamiento y va a depender de múltiples factores (relación con el fallecido, edad del fallecido y del doliente).
Vicente Alberola Candel, Lina Adsuara Vicent, y Nuria Reina López. Psicóloga Clínica. Psicóloga Interna. Hospital Arnau de Vilanova. Valencia. Disponible en red: INTERVENCIÓN INDIVIDUAL EN DUELO